POR LA SONRISA DE UN NIÑO SANO

En medio de los conflictos civiles, económicos y la escasez crónica de casi todo, Analía Ramos ha ayudado a la gente del Sur de Sudán a combatir el hambre por casi un año.

"Me encanta el lugar, mi trabajo, y la gente. Me siento afortunada", dice Ramos, coordinadora de seguridad alimentaria para Sudán de Concern Worldwide, organización humanitaria de socorro y desarrollo.

Beneficiaria de una Beca de Rotary pro Paz Mundial en 2004-2006 y originaria de Argentina, Ramos supervisa proyectos que proveen de semillas y herramientas a las familias pobres, establecen bancos de semillas y viveros de árboles, y brindan formación a las personas en ténicas de arado de la tierra, apicultura y herrería.

Ramos comenta que la situación en el sur de Sudán se ha deteriorado desde que llegó el pasado mes de agosto.

"La inseguridad ha aumentado, la crisis económica nos ha afectado a todos y se han multiplicado las infracciones al Acuerdo General de Paz", afirma. "Si a eso añadimos las acusaciones efectuadas por la Corte Penal Internacional contra el presidente Bashir [Omar Hassan al-Bashir], la expulsión del país de 13 organizaciones no gubernamentales [ONG], y los conflictos tribales, nos damos una idea del panorama completo".

Sin embargo, Ramos afirma que saber que puede "ayudar a disminuir el sufrimiento de la población reduciendo el hambre y, a veces logrando eliminarla", le produce una gran satisfacción.
Ella sostiene que no padecer hambre es un derecho humano básico. "Sin ello, no se puede tener salud, educación, o cualquier otro derecho", dice. "Pero con todo derecho, todos adquirimos responsabilidades. La gente necesita aprender a pescar y no sólo que se le den peces. Tienen el derecho de poder alimentarse ellos mismos".

A los 7 años, Ramos sabía que quería ser ingeniero agrónomo y a los 12 años que quería trabajar en África. Su experiencia como becaria en la Universidad de Bradford fue fundamental en la configuración de su carrera.

"Rotary me brindó una nueva perspectiva", dice. "Me he percatado de la manera en que trabajar para proveer seguridad alimentaria contribuye a la paz y a afianzar los derechos humanos de la mayoría de las personas que no tienen voz".

A lo largo de la historia, reflexiona Ramos, el hambre se ha cobrado más vidas que los conflictos armados o las enfermedades. "El hambre es el mayor asesino del mundo. Pero sólo hace noticia durante las grandes hambrunas, después las personas se olvidan; en la mayoría de los casos, es un asesino silencioso".

Ante la frecuente escasez de alimentos, Ramos intenta ayudar en todo lo que puede. "El intento vale la sonrisa de un niño, la certeza de que se ha ido a la cama sin sufrir de hambre, que Dios ha estado allí durante toda esa trayectoria, incluso en los momentos difíciles", concluye.